El término
Geomorfología, difundido en los últimos años del siglo pasado por el geógrafo y
geólogo norteamericano William Morris Davis, significa etimológicamente «conocimiento racional de las formas de la
Tierra» y, en la actualidad, designa una disciplina científica que tiene como
objeto el reconocimiento, la
clasificación y la explicación de las diferentes configuraciones que
presenta la superficie externa de la litosfera, de cuya combinación resulta el relieve terrestre.
Al ser
dicha superficie un plano que pone en contacto el globo sólido del planeta con
los dos medios fluidos que lo envuelven —atmósfera e hidrosfera— y constituir
el soporte de la biosfera, es lógico que el análisis geomorfológico parta
siempre, de modo más o menos explícito, del postulado de que la forma o relieve de dicha
superficie es el resultado presente de la relación o interacción entre las
fuerzas que actúan por debajo (fuerzas
internas) y por encima de ella (fuerzas externas).
- Fuerzas internas: tienen un
origen endógeno, son manifestaciones volcánicas que están asociadas a la teoría
de placas y se dejan sentir con mayor intensidad.
- Fuerzas externas: son
aquellas de origen exógeno que moldean y erosionan el relieve como la marea o
el viento.
Dependiendo
del ámbito y el tiempo que nos encontremos habrá un predominio de una fuerza
sobre la otra, aunque puede haber una interacción entre ambas. Además de estas
fuerzas, en los últimos siglos está ganando peso la acción antrópica en los
procesos biológicos y climáticos.
Fuente: Geografía Física, Strahler (1981)
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